Chisinau

Chisinau o Kishinev, una de las capitales menos conocidas y, por lo tanto, menos visitadas de Europa. De camino a esta ciudad, en el autobús desde Iasi (Rumanía), recuerdo que mi colega Rudolf inició una conversación con un estudiante moldavo que volvía a casa, y este dijo que, no entendía bien por qué nosotros estábamos yendo a Chisinau, pues según él, no hay nada interesante en su ciudad, y tampoco en su país. No sé si todxs los moldavxs tienen de su tierra esa misma opinión, pero cierto es que, si ni siquiera ellxs lo venden ¿Quién lo va a hacer?

Cuando al fin conocimos la capital de aquel país, coincidimos los dos en que era una de las ciudades que más nos había gustado de lo que llevábamos de viaje, más que Bucarest, Constanza e Iasi, que son tres municipios bien acostumbrados al turismo, así que no entendimos muy bien aquel comentario del estudiante moldavo.

Se fundó en 1436 como una aldea monasterial y, a pesar de haberse incendiado un par de veces y de haber pasado por las manos de diferentes imperios, Chisinau fue creciendo hasta llegar a ser lo que es hoy, el principal centro económico y político del país, con casi 700.000 habitantes.

En el periodo soviético, gracias al incremento de población de los años cincuenta, se construyeron los típicos bloques enormes de hormigón de la arquitectura estalinista, con grandes avenidas que cruzan la ciudad, y así sigue conservándose Chisinau.

En esta ciudad hablan rumano, aunque ellxs prefieren llamarlo moldavo, pero la diferencia se basa en el acento y poco más. El ruso es el segundo idioma más hablado, pues fue idioma oficial hasta la caída de la URSS que, además, se debía escribir todo en alfabeto cirílico (incluso el idioma rumano), por eso hoy muchos de los allí vivientes solo hablan ruso y mogollón de carteles comerciales están en cirílico.

Como hemos dicho antes, la ciudad es muy soviética en cuanto a arquitectura y sectores industriales, con sus chimeneas gigantescas. Aun así, Chisinau es la capital europea con más espacios verdes de todas, y su centro histórico, bastante pequeño y a lo largo de la avenida Stefan cel Mare, tiene su encanto. Aquí algunas cosillas interesantes:

  • Stefan cel Mare (Esteban el Grande): O Esteban III, fue príncipe de Moldavia entre 1457 y hasta su muerte en 1504. En su reinado consiguió que Moldavia se desarrollara económica y culturalmente, además mantuvo a raya a los Otomanos y a otros reinos deseosos de sus vinos. Por esto mismo, aquí en el país le tienen un gran aprecio al hombre, y en Chisinau bien se puede ver, no solo con su avenida principal, sino también con el parque público en pleno Centro y su monumento en la entrada.
  • Government House: Justo al ladito del parque Stefan cel Mare y en lo que sería la Gran Plaza de la Asamblea Nacional se encuentra este mastodonte de seis pisos de hormigón y forrado con piedra blanca. Levantada en 1964 como sede del Consejo de Ministros de la RSS moldava. Tras el edificio hay varios teatros y el Palatul National, donde se hacen muchos conciertos.
  • Catedral de la Natividad: Es uno de los templos ortodoxos principales de la ciudad, construida en 1830, medio destruida en la II Guerra Mundial y reconstruida en 1997. Se encuentra en el Parque de la Catedral, frente al Government House, solo separados por el Arco del Triunfo, en plena avenida Stefan cel Mare, construido en 1840 para conmemorar la victoria rusa sobre el Imperio Otomano.
15. Chisinau
A la izquierda vemos a Stefan cel Mare saludándote con una cruz. Arriba a la derecha se muestra el Government House. Abajo la Catedral de la Natividad. Todo esto muy cerquita entre sí.
  • Monasterio de Ciuflea: Otro símbolo religioso en la ciudad es este bonito edificio ortodoxo que fue iglesia desde su construcción en 1851, catedral desde 1960 y monasterio desde 2002. Se encuentra justo al otro lado de la avenida Stefan cel Mare (dirección sureste), a la altura de la plaza Natiunilor Unite, que más bien es una rotonda caótica rodeada de bloques gigantescos, como el del National Hotel.
  • La Plaza Central: Entre los dos templos cristianos citados anteriormente se encuentra, algo escondida, esta plaza que da vida al fabuloso Mercado Central de Chisinau, donde todos los días se monta una gorda desde las siete de la mañana hasta las seis de la tarde. Sin duda es el mejor sitio para quedarte flipao con sus puestos de alimentos, textiles y electrónica, entre otras cosas. Está al ladito de la estación de autobuses.
  • Eternity Memorial Complex: Es el monumento más emblemático de la ciudad, y está dedicado a los soldados soviéticos que dejaron la vida en la Segunda Guerra Mundial. Se trata de un tupi hecho con cinco rifles de 25 metros apuntando hacia arriba, creando una estrella de cinco puntas. En medio está la llama eterna. El monumento se encuentra en un recinto ajardinado dedicado exclusivamente al Memorial.
16. Memorial
Aquí el monumento conmemorativo a las víctimas soviéticas en la IIGM. Cinco rifles apuntando al cielo, formando una pirámide pentagonal.
  • Las Puertas de la Ciudad: Otro complejo arquitectónico impresionante ubicado en la avenida Dacia, la que va y viene del aeropuerto, construido a comienzos de la década de los 80. Su altura máxima alcanza los setenta metros y es de 24 pisos. A un lado tiene el parque Zoológico y al otro el Jardín Botánico.
  • Bodegas: No es muy popular que Moldavia es uno de los países que más vinos exporta del mundo y, además, tiene varias de las bodegas más grandes del planeta. Con casi dos millones de botellas, la bodega Mileștii Mici, a 20 kilómetros al sur de Chisinau, contiene la mayor colección de vino. Otra bodega en Cricova, a quince kilómetros al norte de la capital, existe desde el siglo XV y, aunque es la segunda más grande, no es para nada pequeña. Aquí Putin celebra sus cumpleaños, y Merkel, cuando visita Moldavia, se tira más tiempo en la bodega que en el resto del país.
  • Parques y jardines: A parte del parque Stefan, que ya he citado antes, existen muchas zonas verdosas esparcidas por toda la ciudad, algunas, como el parque Rȃșcani, en el noreste de la ciudad, serían más bosque que parque. El Valle de las Rosas (Rose Valley), al sureste de la ciudad, contiene ruinas eslavas. Al oeste se encuentra el mayor de los parques de Chisinau, el parque La Izvor, donde puedes alquilarte una barquita y recorrer sus tres lagos. Y aunque no sea el último, termino con el parque Valea Morilor, en el centro sur de la ciudad, donde encontrarás la escalera Cascadelor, un pequeño parque de atracciones y una playa artificial en el lago Valea Morilor.
  • Museos: El museo más antiguo de la ciudad es el Museo Nacional de Etnografía e Historia Natural, que guarda una amplia colección en un edificio fabuloso. El Museo Nacional de Historia Moldava, el museo de Arte de Moldavia, la torre museo de la Ciudad de Chisinau, un museo sobre el poeta ruso Alexandr Pushkin. Por si te mola la historia bélica añado el Museo Militar, que por estas zonas hay mucho de esto.
17. Mercado
El Mercado Central es fabuloso.

Y paro ya, colega. Lo que queda te toca a ti investigarlo, como los bares, restaurantes, cementerios, mercados o gente. Ahora vamos con el precioso diario de viajes, donde Rudolf y David se habían quedado encerrados en la ciudad de Tulcea ¿Podrán salir sin vender un riñón? Otra cosa que puedes hacer es pinchar AQUÍ para saltar al siguiente capítulo, donde hablaremos de la desconocida Transnistria. Un saludo, colegas.


C. Smokehouse (días 8, 9 y 10)

En Moldavia hay un puñado de turistas al año que van principalmente para emborracharse a vino, para ponerse dientes de oro o, simplemente, es un camino de paso entre Rumanía y Ucrania o viceversa. Tal vez por eso, a nosotros nos sorprendió bastante toparnos con un pequeño grupo de piltrafas españolxs que jugaban a juegos de mesa en una cervecería. Fue algo decepcionante, la verdad… Nos creíamos los únicos Latin Lovers en Chisinau (capital moldava), pero no, claro que no, ahí estaban esxs jóvenes, aún con granos, comunicándose a gritos y carcajadas… Estrategia fundamental de la Marca España.

Aunque pensándolo bien, todxs lxs jóvenes turistas de la zona debían estar aquella noche de fin de semana en aquella fantástica cervecería, y no solo por la escasez de competencia, sino por la gran variedad de cervezas artesanales que allí nos ofrecían, junto con una carta de comida americana donde existe la opción vegetariana. Por todo esto, nosotros pasamos las tres noches de Chisinau en este local llamado Smokehouse. A esta cervecería va dedicada esta entrada… y ahora, tras la publicidad, llega el diario:

Día de viaje: 8 (Iasi)

Lo habíamos dejado en Tulcea ¿No? Sí, en la casa de Mario… Pues salimos de aquella casa cuando el gallo cantó. Mario no fue consciente en ningún momento de nuestra marcha, y eso que nos duchamos, preparamos las maletas, se nos cayó el cajón de la cubertería y rompimos su hucha-cerdito para robarle los ahorros… Él seguía de orquesta onírica.

Temprano porque queríamos volver a la estación de autobuses para rascar alguna oportunidad que se hubiese quedado oculta, y… ¡Vualá! Parece que había dos huecos libres en la buseta que salía hacia Iași. Nos volvimos a sentir ligeros y alegres, dejamos de decir palabrotas y comenzamos a lanzar besos por el aire. Menos mal.

El bus salía a las doce del mediodía y aún era temprano para celebrarlo del todo, pues somos muy dados a cagarla en el último suspiro. Esperamos y esperamos y cuando nos quedaba una hora y media más o menos fuimos a comprarnos unos durums con mucha salsa para jalar en la carretera, pero no fue tarea fácil ¡Nunca es sencillo cuando necesitas que lo sea! Nos recorrimos media ciudad hasta que, cuando solo quedaba media hora, encontramos un restaurante a nuestro gusto, y cuando íbamos a apoquinar los Lei correspondientes ¡Oh no! Si pagamos la comida no tenemos para el bus… Otra cagada. Uno sale corriendo a buscar un banco que no encuentra mientras el otro se queda pagando los durums. No sé cómo lo hicimos, pero finalmente todo salió bien de nuevo: media hora después estábamos en el bus, camino a Iași y con comida caliente en una bolsa esperando a ser devorada.

18. Esperando
Tulcea. 08:00 A.M. Nada que ver. Nada que hacer.

Del trayecto, los paisajes son dignos de ver, pero lo más interesante fue el cruce del río Danubio, pues, el puente rumano más cercano está a más de cien kilómetros al sur del río, y como no es plan de desviarse tanto, el cruce se hace en barco. Meten el autobús y los carros que quieren cruzar en un barco transbordador y listo, en diez minutos estás en Galați, la ciudad de la otra orilla.

Sobre las seis de la tarde o así llegamos a Iași con nuestros cuerpecitos atrofiados debido al reducido espacio de la caja con ruedas que nos había llevado hasta allí. En pocas horas anochecía, así que nos dimos prisa en cruzar un mega-pasadizo turbio que nos dejaba prácticamente en nuestro nuevo apartamento. Una vez que nos habíamos librado de los motetes nos fuimos a pasear por las calles de aquella moderna ciudad, la cuarta de Rumanía en cuanto a habitantes, capital rumana entre los años 1916 y 1918 y lugar donde se construyó la primera universidad del país.

19. Vías
Menos mal que hay carteles aclaratorios… Imposible perderse.

Nos sorprendió un rato. No esperábamos encontrarnos una ciudad bonita, la verdad. Fuimos a aquel lugar simplemente porque es el punto más cercano al país moldavo y utilizarlo como centro de operaciones finales, pues ahí se nos acababa el chollo del internet en el móvil… A partir de ahí se terminó la Unión Europea y “sus privilegios”, y ya no podíamos cagarla como hasta entonces. Por eso mismo, cuando recorrimos el Centro aquella noche nos resultó bastante agradable lo que vimos.

Después del paseo cenamos en un restaurante heleno algo carete y de nuevo para el apartamento, pues el viaje en bus nos había cansado bastante. Tal vez fue la etapa más tranquila hasta el momento, cosa que agradecimos. Rudolf cayó fulminado y yo no quise poner alarma.

Día de viaje: 9 (Iași-Chisinau)

Las consecuencias de nuestro “olvido” en cuanto a la alarma fueron maravillosas, para qué engañarnos. A las doce de la mañana pusimos los pies en la calle y comenzamos a andar como humanos hasta llegar de nuevo a la parte céntrica. Iași está lleno de carteles que ofrecen diferentes rutas turísticas por la ciudad, como la ruta judía, la ruta soviética, la monumental, etcétera… Tú puedes realizar la ruta que más te guste o pasar completamente de eso e irte a comer unas remolachas rumanas. Nosotros le hicimos un mínimo de caso a la ruta soviética y acabamos en la Piața Unirii, bajo la atenta mirada de la estatua de Alejandro Juan Cuza. Allí comimos para absorber fuerzas.

20. Plaza
Alejandro Juan Cuza nos mira mal en la Plaza Unirii… No le caemos bien.

Esas fuerzas obtenidas nos llevaron a dar una vuelta chunga a la ciudad para conocer el río Bahlui, que no tiene nada de interés, la verdad. De ahí aparecimos en el emblemático Palacio de la Cultura, lugar que ya conocimos el día anterior, y como se nos empezaba a hacer tarde, decidimos volver al apartamento para recoger nuestros equipajes, ¡Qué nos fugábamos de Rumanía!

El trayecto en bus desde aquella ciudad a Chisinau duraba tres horas más o menos. La carretera no era muy deseable, pero los paisajes eran dignos de contemplar. Lo más interesante del viaje fue el cruce de aduana, donde se montaba un guardia gigantón para arrebatar pasaportes y verificar que no éramos terroríficos. Parece que se fiaron de nosotros, porque por fin habíamos salido de la UE.

Una ver en Chisinau buscamos nuestro nuevo apartamento y directos a cenar, que había hambruza. No tuvimos problemas para encontrar un restaurante rico, pues nos alojábamos justo en el centro de la ciudad, así que esa noche me pimplé unas ricas verduras a la plancha. Terminado el banquete descubrimos el Smokehouse, donde pasamos parte de la noche poniéndonos algo piojos… Por suerte estábamos a dos minutos del apartamento.

Día de viaje: 10 (Chisinau)

Desde nuestra nueva ventana se podía divisar el Mercado Central y su ambiente de fin de semana, por lo tanto, no tuvimos otra opción que unirnos a aquel bullicio matutino, donde desayunamos y esnifamos olores frescos de temporada. Una vez fuera de aquel paraíso frugívoro nos vimos dentro de una camioneta-taxi, pues existen esos vehículos que hacen de autobús y que paran casi donde les da la gana, no tienen distinción alguna más un cartelito en el parabrisas con un número. Esta furgo nos llevó al Parcul Rȃșcani, algo alejado del Centro, y se trata de un parque enorme en plan bosque, que ofrece una vista completa de la ciudad. Rudof quería ir para hacer unas cuantas fotos a las chimeneas soviéticas que asomaban entre bloques grises, pero luego no quiso caminar por aquellos caminos boscosos, así que emprendimos la vuelta a pie.

21. Chimenea
A las afueras de Chisinau.

Conocimos la Moldavia urbana más salvaje. Primero estuvimos esquivando coches por las miles de arterias sin semáforos, viendo también cómo las señoras de más de sesenta cruzaban a un ritmo pausado y, sin mucha preocupación, aquellas vías asesinas. Después decidimos comprarnos una cerveza con el nombre de Kvas, pero una vez en nuestra boca lo erupcionamos… ¡Eso no era cerveza ni nah! El Kvas es una bebida típica de Ucrania, Rusia y otros países de la zona, es alcohólica, pero apenas llega al dos por ciento de alcohol, y es tan dulce que echa para atrás, al menos esa botella, que tuvimos que abandonarla bajo un puente.

Y bajo un puente estábamos cuando nos aconteció el incidente más acojonante del día, y puede que, de la semana, el mes y el año. No sé por qué pisamos aquel lugar, supongo que la decadencia había llamado al objetivo de Rudolf. Bajo ese puente de hormigón pasaban unas vías de tren tras una vaya, y a los lados había algún taller de algo custodiado por perros sarnosos. Al principio no le hicimos mucho caso, pues los perros campan a sus anchas por aquella ciudad, pero de repente salió el líder de los canes, que no era pequeño, ladrido en boca espumosa y galopando hacia nosotros. Nuestro corazón se hizo enano, pero tuvimos la buena reacción de no correr, solo anduvimos hacia las vías, con la esperanza de que aquel animal no nos quisiese seguir hasta allí. Así ocurrió, el perro no cruzó aquella línea, pero el problema ahora era que aquel lugar no tenía salida y por lo tanto tendríamos que retroceder. Además, había algún cadáver por ahí tirado. Muy despacito salimos de la zona, pasando por los ojos del perro, que ahora estaba en silencio, pero siguiéndonos con la mirada y enseñándonos los dientes. Cuando nos creímos fuera de su alcance volvimos a respirar.

Llegamos al Centro donde comimos en un restaurante pijerio para celebrar que aún estábamos vivos. Volvimos al Mercado Central para ver cómo se desmantelaba y luego tocó vuelta por la parte céntrica para conocer el pequeño Arco del Triunfo, la flipante Goverment House, la Catedral de la Natividad y el Parque Central Stefan cel Mare.

Para finalizar nuestra visita acabamos en los alrededores del lago Valea Morilor, donde, además de una playita, se construyó un parque de atracciones que está en decadencia y unos bonitos jardines. Aquí vimos como el sol se iba escondiendo, así que volvimos en bus al Centro y allí nos cobijamos de nuevo en el Smokehouse, donde cenamos y emborrachamos como nuevos moldavos que fuimos.

8 comentarios en “Chisinau

  1. Francamente, si no es por informaciones como las tuyas hay sitios en los que no pensaría ir en mi vida.
    Chisinau, apuntado.
    Es curioso que para muchos locales es un descubrimiento que un extranjero les diga: «esto está muy bien» porque ellos no tienen esa percepción. Supongo que en este caso la larga noche en la que han vivido aún los tiene aletargados en el pasado.
    Me ha encantado el post.

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    1. Pues sí. A mí me pareció un lugar digno de conocer y muy auténtico. Me quedé con ganas de salir a la Moldavia profunda, a las pequeñas aldeas, pero bueno, eso es un motivo más para volver.
      Muchas gracias por la visita y, hasta pronto 😉

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      1. También lo apunto en mi lista de «debes ir’ , una buena opción.
        Tengo una amiga que siempre dice que hay que dejar cosas pendientes para volver, estáis en la misma línea. 😊😁😁
        Un placer y una muy buena idea haberos visitado.
        Hasta pronto !!!

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  2. Pingback: Moldavia – ¡Vaya Diario!

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